Junio de 1971
Alas de diablo sobre Shadizar
Escritor(es)
Roy Thomas
Dibujante(s)
Barry Smith
Conan, que busca fortuna en Shadizar, la capital zamorana, se encuentra con dos ladrones, Fafnir y Blackrat, que discuten por el botín. Conan decide hacerse con el tesoro él mismo y rápidamente se ocupa de los dos ladrones incompetentes (que son parodias de los famosos personajes de Fritz Leiber, Fafhrd y el Ratonero Gris).
Entra en un bar y entabla conversación con una atractiva muchacha local llamada Jenna. Después de recibir un puñetazo en la cara, Conan se va con Jenna, que más o menos se ha encariñado con el bárbaro, o tal vez con la sorprendente cantidad de oro que lleva en el bolso. Ella lleva a Conan con su "tío", Maldiz, un herrero, para que pueda fundir las sospechosas monedas de oro de Conan y darles una nueva forma. Se ha corrido la voz sobre el robo anterior, y tanto Jenna como Maldiz atan cabos. Con el oro que ya no se puede rastrear en su bolso, Conan se toma un momento para disfrutar de la compañía de Jenna bajo una palmera, pero eso termina rápidamente cuando un trío de hombres vestidos de rojo lo deja inconsciente por detrás.
Curiosamente, solo se llevan a la chica y dejan el oro atrás. Conan busca la ayuda de Maldiz, quien reconoce la descripción que Conan hace de los hombres y declara que Jenna está perdida. Los hombres son seguidores del Dios de la Noche, que sacrifican a una joven cada mes a su malvado señor.
Conan se dirige a su templo, roba una túnica y entra en la guarida del culto malvado. Llega justo cuando la sacerdotisa del Dios de la Noche, Hajii, completa su oración y apaga el brasero, sumiendo el templo de techo abierto en la oscuridad. Conan lucha primero contra el ruido ultrasónico del ritual, luego contra los fanáticos y, al descubrir el brasero, descubre el secreto del Dios de la Noche: es una criatura gigante parecida a un murciélago que se abalanza para devorar a su sacrificio.
Agarra a Jenna con sus garras, pero Conan salta sobre la espalda del monstruo con Hajii. Los tres humanos vuelan hacia el cielo. Conan clava el brasero repetidamente en los ojos y el cuerpo de la bestia, mientras Hajii intenta desesperadamente evitar que el bárbaro mate a su dios. Conan sale victorioso y el monstruo se precipita al suelo, dejando a Conan inconsciente el tiempo suficiente para que Hajii saque una daga para atacar en venganza.
Afortunadamente, la sacerdotisa se olvida de Jenna, que deja inconsciente a Hajii con el brasero antes de que Conan pueda ser asesinado. Sin embargo, en un giro final, Jenna, aprovechándose del estado desorientado de Conan, lo adormece. Cuando Conan despierta, descubre que Jenna y el oro desaparecieron hace mucho tiempo.
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